Plantear un problema consiste
básicamente en tres momentos, a saber, son: reconocimiento, descubrimiento y
formulación. Estos momentos aparecerán de la siguiente manera: primero, debe
reconocer los hechos clasificados preliminarmente y delimitados según algún
criterio valido, sobre todo el de relevancia. En esa labor se han debido
encontrar algunas lagunas, incoherencias o cualquier otro detalle, es decir, ha
hecho un hallazgo o descubrimiento de un problema.
Luego, en tercer momento, se
habrá formulado una pregunta muy concreta y correcta acerca de las causas que
explique esta incertidumbre, esto es reducir el problema a su núcleo
significativo. Una vez hecho todo eso queda por supuesto el desarrollo del
resto, es decir, darle respuesta al problema planteado.
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